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PASIVOS
AMBIENTALES

El bloque 57 tiene la mayor cantidad de fuentes de contaminación petrolera en la Amazonía ecuatoriana. La permacultura surge como una “Isla de Esperanza” en esta zona para combatir la presencia de pasivos ambientales.

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Maricela Granda


En Ecuador sólo el 38% de los pasivos ambientales, reportados desde el año 2012, ha sido remediado. A partir del 2013, el Estado promovió el Programa de Reparación Ambiental y Social (PRAS), con la meta de remediar 2.500 fuentes de contaminación al 2020. Sin embargo, hasta la fecha no ha logrado cumplir el objetivo.

Mientras se espera una reparación integral han surgido procesos organizativos que incluso plantean alternativas de solución ante esos pasivos, con el objetivo de demostrar a los responsables de la contaminación que un mejor proceso de reparación es posible.

Una de estas iniciativas son las denominadas Islas de la Esperanza. En estos espacios se aplican modelos de recuperación de suelos y prácticas permaculturales, en armonía con la naturaleza y el ser humano. Estos proyectos han surgido en espacios como el bloque Shushufindi-Libertador, que tiene la mayor cantidad de fuentes de contaminación. Son 1.576 fuentes entre piscinas, fosas y derrames en este bloque, de las cuales sólo 624 fuentes de contaminación han sido remediadas; es decir, el 40%.


La iniciativa de Paroto Isla


En la parroquia Pacayacu del cantón Lago Agrio (Sucumbíos), viven 8.428 habitantes. La parroquia sustenta mayormente su economía en torno a la producción de petróleo; así lo menciona incluso su himno al nombrarlo como el “arrogante rincón petrolero”. En ese entorno se encuentra la finca Paroto Isla, cuyos propietarios son Belia Vaca y su esposo Galo Rodríguez.

El recorrido a Paroto Isla toma alrededor de tres horas e incluye un cruce en canoa por las aguas del río Aguarico. Foto: Maricela Granda


Paroto Isla es una finca permacultural de 36 hectáreas, en su mayoría ocupadas por bosque primario y secundario. El proceso permacultural en esta finca inició hace unos 14 años y en la actualidad abre sus puertas a quien desee conocer el sitio y las acciones que ahí se han implementado. El recorrido toma alrededor de tres horas e incluye un rápido cruce en canoa por las aguas del río Aguarico.

Los esposos guían el camino que inicia con los árboles gigantes, que dan el nombre a la isla (Paroto). Luego, se aprende sobre las formas de producción: las plantas, animales e insectos colaboran entre sí en la chakra y en el bosque comestible. Durante el recorrido, Bella y su esposo ofrecen como refrigerio una piña dulce o una papaya producida en este lugar.

Belia es una persona sencilla. Le gusta compartir y enseñar lo que ha aprendido en distintos espacios. Junto a su esposo Galo llevan más de 14 años como permacultores y participando en procesos organizativos en defensa de la naturaleza.

Belia guía los recorridos por Paroto Isla, una finca permacultural de 36 hectáreas en Sucumbíos. Foto: Maricela Granda.

Han impartido talleres de elaboración de conservas para aprovechar los frutos de temporada. También, han impartido capacitación sobre la elaboración de jabones, deshidratación de frutas, entre otros temas, con la finalidad de fortalecer las capacidades de quienes puedan aprovechar los productos de sus cosechas y generar ingresos económicos extras.

En Paroto Isla también se puede aprender sobre construcción sostenible de las cabañas del sitio, la gestión de desechos mediante baños secos y una especie de biorreactor natural, que aprovecha ciertas propiedades de las plantas para el tratamiento de aguas servidas.

Aquí también se aprende sobre energías alternativas porque han implementado diseños de cocinas que aprovechan mejor la energía. También cuentan con otras ‘máquinas’ sin la necesidad de usar energía eléctrica, como la bici-molino, que es una especie de bicicleta estática en la que al pedalear se ayuda a moler granos como el maíz.


El aporte de Paroto Isla a la permacultura


El bosque comestible en Paroto Isla consiste en la transformación de espacios de monocultivos a sitios con diversas especies, que aportan a la producción de alimentos y al ecosistema. Con este modelo de cultivo se ha restaurado una hectárea en la finca Paroto Isla y en total se manejan cuatro hectáreas con prácticas permaculturales.

Cada elemento tiene una función en los espacios recuperados. Por ejemplo, Belia explica que es importante que haya flores en la parcela para mantener los insectos polinizadores entre los árboles frutales. Muchas de estas flores también tienen usos medicinales y además dan vida al lugar.

En la permacultura un elemento muy importante es el suelo. Cuando se tiene diversidad de plantas hay más alimento porque las hojas que caen nutren a los hongos y microorganismos que viven ahí y mantienen viva la tierra.

En Paroto Isla se puede aprender sobre construcción sostenible de las cabañas y gestión de desechos. También se realizan otras actividades recreativas. Foto: Maricela Granda

Belia tiene muy clara la importancia del suelo sano. Hace más de 12 años ocurrió un derrame de unas piscinas de aguas de formación y crudo en un espacio de su propiedad. Ella explica que la empresa petrolera aparentemente hizo remediación, pero gran parte del petróleo quedó en el sitio, las plantas enfermaban y no producían. Por ello, tuvo que dejar de producir en esa finca por mucho tiempo y recién ahora observa que el suelo vuelve a mostrar ‘señales de vida’.

Estos acontecimientos de contaminación han sido comunes en la zona a lo largo de la historia. Eso, debido a que gran parte de la parroquia Pacayacu está en el bloque petrolero Shushufindi – Libertador (Bloque 57).

Este bloque ocupa el primer lugar en un ranking de bloques petroleros con mayor cantidad de pasivos. Por tal razón, esta parroquia -desde el año 2013- ha sido conocida como una de las más contaminadas por las actividades petroleras.


Fuentes de contaminación en las actividades petroleras


En los inicios de la extracción de crudo en la Amazonía ecuatoriana (1940), la protección del ambiente no era un tema de importancia, a la par de que no existía normativa al respecto.

En 1972, con la creación de la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE) y el establecimiento de contratos petroleros, los criterios medioambientales eran parte de los principios de las declaraciones contractuales. Fue hasta 1998 que se consideró al medio ambiente en la Constitución, lo que promovió la expedición de normativa ambiental específica para la industria petrolera.

El bloque 57 conocido como Shushufindi-Libertador tiene el mayor número de pasivos ambientales

A partir del 2008 y con la Constitución vigente se otorgan derechos a la naturaleza. Ese mismo año se creó el Programa de Reparación Ambiental y Social (PRAS), para dar respuesta a reclamos constantes de los afectados por la contaminación de la industria petrolera. El Programa recogió información previa que se había levantado desde 2005 y elaboró un inventario de las fuentes de contaminación en el norte de la Amazonía ecuatoriana. Este proceso no consideró los orígenes de la contaminación relacionadas a Chevron-Texaco, por la situación legal en el que se encontraba en ese momento el caso.

El inventario reportó tres tipos de fuentes de contaminación: derrames de hidrocarburos, fosas y piscinas. El derrame es una fuga de hidrocarburos hacia el suelo y cuerpos de agua como ríos lagunas o pantanos. Las fosas son excavaciones con dimensiones promedio de 2m x 2m y x 3m, que las empresas realizaban como mala práctica cerca de los cuerpos de agua, para confinar el material contaminado que se originaba de los derrames. Y las piscinas son excavaciones que contienen desechos como el petróleo mezclado con agua, productos químicos, lodos de perforación, ripios, etc.

En 2013, Petroamazonas EP (hoy EP Petroecuador) creó el proyecto “Amazonía Limpia” que posteriormente se denominaría “Amazonía Viva”, para la limpieza y rehabilitación de las fuentes de contaminación identificadas. La meta era remediar en siete años 2500 fuentes de contaminación de las 4623 registradas. ¿Por qué 2500? Porque esta cifra correspondía a las fuentes asignadas con prioridad alta y media para su tratamiento, por su cercanía a áreas ecológica y socialmente sensibles.

En la actualidad el PRAS reporta 1767 fuentes de contaminación remediadas, es decir, en diez años se ha remediado el 70.7% de las fuentes priorizadas, mismas que representan el 38% del total de fuentes inventariadas a nivel nacional.

Entre 2018 y 2019 el colectivo ‘Eliminen los mecheros, encendemos la vida’, contabilizó 447 mecheros en la Amazonía Norte. Foto: Maricela Granda


Respecto al avance en la implementación de la remediación de pasivos, buscamos información complementaria por parte del Ministerio del Ambiente, que lidera el Programa de Reparación Ambiental y Social, pero hasta el cierre de la edición del reportaje no se obtuvo una respuesta. Los datos presentados en este reportaje sobre las fuentes de contaminación corresponden al análisis de la base de datos que se encuentra publicada y habilitada para descargas en el sitio web del PRAS.

Es importante destacar que el tiempo asociado a una fuente de contaminación es una de las características que convierten a las fuentes de contaminación en pasivos ambientales ya que, en Ecuador, el Código Orgánico del Ambiente define al pasivo como:

“Aquel daño generado por una obra, proyecto o actividad productiva o económica, que no ha sido reparado o restaurado, o aquel que ha sido intervenido previamente pero de manera inadecuada o incompleta y que continúa presente en el ambiente, constituyendo un riesgo para cualquiera de sus componentes. Por lo general, el pasivo ambiental está asociado a una fuente de contaminación y suele ser mayor con el tiempo”.


¿Dónde hay más fuentes de contaminación?


Entre las zonas identificadas por los alarmantes grados de contaminación destacan las provincias de Orellana y Sucumbíos.

En un ranking de los bloques petroleros con mayor cantidad de pasivos lo lidera el Bloque 57, constituido en buena parte por territorio de la parroquia Pacayacu. Esta zona es considerada como una de las más contaminadas por la industria petrolera en el país, según los planes de reparación integral emitidos por el Ministerio del Ambiente.



Fuente: Base de Datos PRAS, 2023.
*Representa a pasivos identificados en zonas por donde atraviesa el oleoducto, fuera de los bloques petroleros.

El Bloque 57, Shushufindi-Libertador


En 1980, CEPE descubrió el campo Libertador y lo consideró como el tercer campo de mayor producción, siendo los primeros los campos Sacha y Shushufindi. Luego, los campos Shushufindi y Libertador fueron agrupados en el bloque 57, conocido hoy como Libertador-Shushufindi.

Este bloque se ubica en la provincia de Sucumbíos y está constituido por territorio de las parroquias Pacayacu, Dureno, El Eno, y General Farfán (cantón Lago Agrio); así como de las parroquias Shushufindi, Siete de Julio y Limoncocha (cantón Shushufindi).

En la actualidad el bloque está a cargo de EP Petroecuador y es el tercero más importante en la producción a cargo de esta empresa, superado sólo por los bloques Auca y Sacha. En términos de productividad, los campos del bloque se agrupan en dos sectores o también denominados “activos”, Libertador y Shushufindi.

Para el 2022 el sector Libertador, constituido por 11 campos petroleros, sumó una producción promedio de 11.399,91 barriles por día; mientras que el sector Shushufindi constituido por 6 campos, generó una producción promedio de 62.506,29 barriles por día. Sólo la producción del sector Shushufindi representa el 57,2% de la producción promedio de la zona norte de la Amazonía ecuatoriana.

Fuente: Ministerio de Energía y Minas, 2022.

Las fuentes de contaminación en el Bloque 57


Este es el bloque con mayor cantidad de fuentes de contaminación según el inventario del PRAS. Son 1.576 fuentes entre piscinas, fosas y derrames en este bloque, de las cuales sólo 624 fuentes de contaminación han sido remediadas; es decir, el 40%.

A pesar de eso, si el inventario considera sólo tres tipos de contaminación, genera inquietud la existencia de otras fuentes. Por ejemplo, en el territorio hay mecheros que queman el gas natural, que resulta del proceso de extracción del petróleo.

Entre 2018 y 2019 el colectivo ‘Eliminen los mecheros, encendemos la vida’, que agrupa a organizaciones de la sociedad civil como la Clínica Ambiental, Acción Ecológica, entre otros, con el apoyo de universidades, realizó recorridos en campo y contabilizaron 447 mecheros en la Amazonía Norte. La mayoría de estos mecheros (112) estaba ubicada en el bloque Libertador-Shushufindi (Bloque 57).


Fuente: Base de Datos Hidrocarburífera, PRAS, 2022.

Los afectados directos de cualquier fuente de contaminación petrolera generalmente son los propietarios de fincas, donde ha ocurrido la afectación. En algunos casos las empresas han aplicado procesos de remediación y en otros, el proceso aún está pendiente por diversos factores, como el nivel de priorización asignado o no llegar a un acuerdo entre la empresa petrolera y los perjudicados.

Jenny E. se formó como Perita Comunitaria y explica que hay ocasiones en que los afectados reclaman y no están de acuerdo con procedimientos de remediación que aplican las empresas.

En otras ocasiones los afectados solicitan tener un acompañamiento de veedores de las organizaciones de la sociedad civil que tienen conocimiento de las leyes aplicables, pero esto no es del agrado de las empresas petroleras. Por situaciones como estas, algunos procesos de remediación han quedado a medias y en otros casos, no se han realizado.

Trabajador petrolero atiente una fuga de gas del oleoducto. Foto: Maricela Granda.

La perita explica también que en algunas fincas donde las empresas han hecho remediación las afectaciones siguen presentes por los contaminantes que se han quedado retenidos en el suelo; a esto se suma las enfermedades como el cáncer, enfermedades respiratorias por el aire contaminado, entre otras. Así, los impactos ambientales acentúan las desigualdades y ponen en situación de vulnerabilidad a quienes viven en las fincas contaminadas.


El surgimiento de la Ruta Amazónica de la Esperanza


Adolfo Maldonado ha sido coordinador de la Clínica Ambiental en varias ocasiones. Él explica que cuando las personas recorren los sitios contaminados y ven el desastre que las actividades petroleras han dejado, piensan que no hay nada que hacer y todo está acabado. Ante eso, la Clínica Ambiental junto a los permacultores promueven la Ruta Amazónica de la Esperanza.

Esta ruta está conformada por las seis fincas permaculturales que son consideradas Islas de Esperanza. El objetivo es que luego de recorrer los sitios de contaminación, las personas también visiten las fincas y vean que sí es posible recuperar de mejor manera los suelos contaminados, pero que los responsables de la contaminación no lo hacen.


¿Cómo recorrer la ruta?


La ruta tiene seis fincas o Islas de Esperanza: Paroto Isla en Pacayacu, Amisacho en Lago Agrio, RIICAMA en Shushufindi; Los Cerros en Quito y Los Yapas en el Puyo.

Todas se integran en una red de permacultores de distintos colectivos. Las islas pueden tener islotes a su alrededor y que representan a nuevos permacultores que surgen en sus localidades.

Esta ruta está conformada por las seis fincas permaculturales que son consideradas Islas de Esperanza.

Cuando se decide empezar el recorrido de la Ruta Amazónica de la Esperanza se puede adquirir un pasaporte simbólico en la primera isla de la esperanza que se visite. No hay un punto de inicio o fin de la ruta y el pasaporte no tiene un tiempo de vigencia.

Belia explica “este año puedes visitar las islas más cercanas de dónde vives y en el siguiente año, o según la disponibilidad de tus vacaciones, puedes ir a visitar otra isla. En cada isla registran tu visita colocando un sello en el pasaporte de la esperanza”.


El eco de las iniciativas


Belia explica que el proceso de generar cambios a nivel local y al mismo tiempo resistir ante un entorno diferente es un proceso fuerte. “Hay que llegar a la conciencia para poder hacer cambios y generar procesos desde uno mismo, la familia y el entorno”. Asimismo, unirse en redes y compartir con otros permacultores es importante para mantener el proceso.

A nivel local Belia y su esposo son parte de un grupo de 10 permacultores activos de la parroquia Pacayacu. El grupo trabaja con mingas, comparten la pambamesa, conocimientos y experiencias. Las fincas o espacios que están en proceso de implementación de las prácticas de permacultura son muy importantes para visitar porque de cada uno se puede aprender.

Belia comenta que una de las compañeras no tiene finca donde producir, sólo tiene un solar, pero con las prácticas de permacultura ha logrado organizar el espacio de tal manera que tiene de todo. “Le falta poquito para ya no tener espacio por donde caminar. Es un ejemplo de un bosque comestible en miniatura”.

Cada dos meses los permacultores de Sucumbíos se reúnen en una feria denominada “La Feria de la Esperanza”. Este evento es promovido por varios colectivos y se realiza principalmente en Lago Agrio. Allí se pueden adquirir productos como jabones, aceites esenciales, chocolates, mermeladas, artesanías, entre otros productos, elaborados por los permacultores. También se realizan trueques de semillas de la zona.

Espacios como estos han tenido mayor aceptación en la provincia y cada año hay personas que se suman a los talleres de permacultura que promueve la Clínica Ambiental y que se realizan en las Islas de la Esperanza.

Este reportaje fue producido con el apoyo de la Earth Journalism Network y Youtopía Ecuador.