Redacción Youtopía
La educación ejecutiva en el país tomó fuerza en los noventa. Si bien en los ochenta surgieron los primeros programas, en la década siguiente los empresarios valoraron más esas capacitaciones.
No obstante, la crisis económica de 1999 ocasionó cambios drásticos en la economía ecuatoriana. Fue un punto de quiebre: en el 2000 llegó la dolarización y grandes bancos y empresas desaparecieron.
Muchos profesionales perdieron sus empleos, algunos apostaron por emprendimientos y empresas familiares (pymes). Las organizaciones que soportaron el embate apostaron por la profesionalización de su recurso humano.
En las últimas dos décadas, la formación ejecutiva se ha ido especializando más, con base en los requerimientos de pymes, emprendimientos y propietarios de empresas
De esta manera contextualiza Patricia León, la situación de la educación ejecutiva en el país, en el marco de la conmemoración de los 30 años de IDE Business School.
El desarrollo de habilidades, entre los principales retos
La formación del que dirige la empresa implica el desarrollo de habilidades cognitivas e interpersonales. A eso se suma la adquisición de conocimientos y valores humanos.
El mundo globalizado, más interconectado, cada vez más complejo y con revoluciones tecnológicas, como la inteligencia artificial, exigen al directivo de hoy, el desempeño de un deportista de élite.
Así lo menciona Patricia León en su estudio El presente y el futuro de la Educación Ejecutiva en Ecuador, desde la visión del IDE Business School.
“Los empresarios de hoy viven la exigencia de un mundo ciertamente muy global, altamente interconectado, hiperdigitalizado, política y socialmente complejo, con tecnologías innegablemente disruptivas”.
Por lo tanto, el entrenamiento del ejecutivo debe darse en este contexto y no en otro, por difícil que parezca, pues allí es donde las empresas ecuatorianas deben buscar su supervivencia, la generación y distribución de riqueza y, de esta manera, el bienestar de la sociedad en su conjunto.
El rol de la empresa, desde una nueva perspectiva
La empresa conocedora de su realidad actual debe tener un sentido superior del propósito empresarial que aborda preguntas fundamentales.
Por ejemplo: por qué existe, cuál es su contribución, por qué el mundo es un mejor lugar con ella, y si se la echaría de menos si llegase a desaparecer.
“Los esquemas estratégicos buscan el ‘hacer lo correcto’, los modelos de negocios implementan el ‘cómo hacerlo bien’; en cambio el propósito nos invita a pensar en el ‘para qué hacerlo’”, indica león en su estudio.
Bajo estas premisas, queda sobre el tapete la afirmación de que no puede existir un liderazgo directivo adecuado en una empresa sin propósito.
Y no puede existir una empresa que no sea consciente de la importancia de su rol en la sociedad; es decir, de su propósito en ella.
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