Por Cristina Márquez
La jornada de Tarquino Cando, de 64 años, se inicia antes de que salga el sol. Él recorre calles en su triciclo en busca de plásticos, cartones, botellas de vidrio y todo aquello que pueda ser vendido en los puntos de reciclaje.
La ganancia es mínima, apenas logra reunir USD 85 al mes (el salario básico en Ecuador es de USD 425), pero él y su familia decidieron perseverar en ese oficio frente la falta de oportunidades laborales. Tarquino examina cuidadosamente los contenedores de basura y otros depósitos en Riobamba, ciudad andina. Los desechos usualmente están mezclados, lo cual vuelve más complicada la labor de reciclaje.
«Casi nadie separa la basura. Hay muy poca gente consciente de que el reciclaje no solo es una fuente de ingresos para muchas familias, sino que le hace bien al mundo», dice Tarquino, quien también es el presidente de la Asociación Manos que Limpian.
Esa agrupación que funciona en Riobamba cuenta con 83 integrantes oriundos de diversas localidades de Chimborazo, la mayoría de ellos son adultos mayores.
Las rutinas diarias de todos se parecen: sus actividades empiezan a las 04:00, a esa hora los contenedores todavía están llenos. Las zonas concurridas donde hay bares, restaurantes y otros establecimientos comerciales, son las mejores para encontrar vidrios y cartón.
Los obstáculos que complican el reciclaje
La falta de educación sobre la separación de desechos solo es uno de los obstáculos que deben enfrentar cada día las familias que dependen de la venta de estos materiales para subsistir. El más grave es la inseguridad.
Hace unos meses los recicladores denunciaron que un grupo de personas que se movilizan en motocicletas recorren los contenedores para tomar los materiales reciclables. «Están armados y nos amenazan hasta con matarnos si tocamos los puntos que ellos recorren».
Los ingresos de las familias de la Asociación Manos que Limpian se vieron drásticamente afectados desde la aparición de estas personas. «Son delincuentes, salen con cuchillos a buscar en la basura y se llevan todo, no nos dejan nada», cuenta Amelinda Guzmán.
Ella se dedica a reciclar desde hace unos 15 años junto a su esposo Jacinto y su nieta Rosario. La familia trabaja todos los días de la semana y juntos lograban recaudar hasta USD 220 en la mejor temporada; sin embargo, las ganancias ahora no superan los USD 90.
Reciclar aceite de cocina genera oportunidades
Una nueva ilusión surgió para las familias que se dedican al reciclaje. Un grupo de estudiantes de la Universidad Yachay Tech les enseñaron que a partir de los desechos se pueden elaborar otros productos. El aceite quemado de cocina, por ejemplo, es apetecido en la industria.
Los socios de Manos que Limpian aprendieron a manufacturar jabón para el lavado de ropa usando un proceso químico sencillo, económico y casero que consiste en filtrar el aceite y luego mezclarlo con un producto para destapar cañerías, batirlo bien hasta lograr un líquido espeso y blanco que luego se puede combinar con aceites aromáticos.
«Hay muchas cosas que se pueden hacer a partir del aceite usado. Se puede aprovechar para elaborar detergentes, jabón líquido, anticorrosivos, combustibles y muchas cosas más», dice Darío Cabezas, estudiante de Bioquímica y parte del grupo de emprendedores de la marca Panka.
Los estudiantes que fundaron Panka Inventions también formularon un anticorrosivo de excelente calidad a partir del aceite quemado. Ellos incluso cuentan con una planta de procesamiento a la cual vincularon a los recicladores.
Los socios de Manos que Limpian les proveen de la materia prima, el aceite usado de cocina, para la fabricación de su producto estrella, el anticorrosivo. La empresa paga hasta USD 3 por cada galón de aceite quemado.
«Es una nueva fuente de ingresos para nosotros, estamos muy emocionados. Logramos reunir unos 40 litros a la semana y los enviamos a la planta de producción en Ambato«, dice Tarquino Cando.
Nuevos proyectos para la asociación de recicladores
Los socios de Manos que Limpian sueñan con tener su centro de acopio para comercializar los materiales reciclables directamente a las industrias que los procesan y evitar así a los intermediarios. Esta misma infraestructura podría servir para procesar el aceite y manufacturar jabones u otros productos.
Además, el Municipio de Riobamba en conjunto con el Ministerio de Educación, iniciaron un proyecto piloto para contribuir al medioambiente y dignificar el trabajo de los recicladores. Los estudiantes de 15 unidades educativas de la ciudad empezaron a reciclar botellas plásticas en sus hogares y las llevan a su establecimiento educativo, donde son recolectadas por los socios de Manos que Limpian.
«Queremos crear conciencia sobre el reciclaje y el cuidado ambiental y al mismo tiempo aportar con alternativas que dignifiquen el trabajo de agrupaciones como Manos que Limpian», dijo Carlos Jara, director de Gestión de Higiene del Municipio de Riobamba.
El Cabildo también espera normar el desecho del aceite quemado, para que los recicladores puedan acceder este material más fácilmente. Actualmente se desecha entre los despojos comunes, «la mayoría de personas lo botan por el desagüe, lo que genera contaminación ambiental. Lo ideal es desecharlo en envases plásticos», dice Jara.
La tarea del reciclador, aporte al cuidado medioambiental
Ana Bonilla, ingeniera ambiental especializada en sostenibilidad y emprendimiento, explica que la labor de los recicladores es necesaria para cumplir el objetivo mundial de cambiar el modo de vida de los habitantes de la tierra en siete años y así salvar el planeta, sin embargo, está precarizada.
Ella explica que ese oficio es inestable por la falta de educación en el manejo de los desechos sólidos. «En Riobamba la gente no hace esfuerzos por contribuir al reciclaje. En los hogares la basura no se separa y tampoco hay políticas públicas vigentes que promuevan esta acción, como ocurre en otros países del mundo», dice.
Según ella a partir de la basura se puede emprender proyectos muy rentables, como la iniciativa de Panka Inventions, sin embargo, hace falta más apoyo.
«Algo que podemos hacer en nuestros hogares y haría una gran diferencia es separar los desechos. Podemos iniciar con el aceite de cocina y así darles a estas familias una opción de mejorar sus ingresos y reducimos la contaminación de los ríos y el océano», opina la experta.
Ella afirma que una sola gota de aceite puede contaminar 100 litros de agua.