Por: Cristina Márquez
La meta de cinco universitarios está cerca de cumplirse. Su emprendimiento consiste en retirar del medio ambiente al menos 1 000 litros de aceite quemado de cocina.
Jhoao Minango, Ariana Paredes, Darío Cabezas, David Guasapud y Abinael Cóndor, estudiantes de la Universidad Yachay Tech, son los creadores de Panka Inventions, una microempresa que procesa el aceite quemado para convertirlo en un líquido lubricante y anticorrosivo demandado en la industria mecánica, automotriz y para su uso doméstico.
La idea, que surgió en las aulas universitarias, ha sido reconocida por varias entidades. Los chicos obtuvieron el segundo lugar en el Hult Prize de su localidad, ganaron el primer lugar del concurso Latinoamérica Verde, y recibieron un capital semilla de USD 3 000 tras ganar el concurso Desafío Carchi.
Ahora los jóvenes se preparan para expandir su industria al procesamiento de plásticos usados para convertirlos en bloques ecológicos para la construcción.
Panka Inventions, una propuesta para frenar la crisis económica
En octubre del 2019 Ariana Paredes y Jhoao Minango, ambos de 22 años, estaban conmocionados por las manifestaciones y la crisis económica que vivía el país. Ellos estudian en las carreras de Física Teórica y Nanotecnología, y sintieron la necesidad de proponer, con los conocimientos aprendidos en las aulas, una idea que pudiera mitigar la crisis social.
Los jóvenes analizaron la idea de producir biodiesel en el Ecuador a partir del aceite reciclado, pero tras varias semanas de estudios el proyecto tomó otro rumbo debido a una traba legal: los combustibles aptos para la venta en el país solo pueden contener hasta un 10% de biodiesel.
Así empezaron a desarrollar la fórmula de un líquido multiusos que les permitiera ingresar al mercado, generar empleos y reducir la contaminación ambiental.
La idea se cristalizó en el 2020, durante la pandemia por el covid-19. Ese año tuvieron un acercamiento con Nina Sanaguano y Fernando Sánchez, docentes de la Universidad Técnica de Ambato. Ellos también estaban estudiando el aceite quemado de cocina y trabajando en una formulación para su tesis doctoral.
Al grupo también se sumaron Abinael Cóndor y Darío Cabezas, estudiantes de Nanotecnología, y David Guasapud, estudiante de la carrera de Contabilidad. Junto a los docentes, quienes se convirtieron en sus mentores, los chicos implementaron su primera planta de producción.
Biorush 18-11 es el producto estrella de la marca
El Biorush 18-11 es un potente lubricante que remueve fácilmente el óxido y la corrosión. Es ideal para aflojar piezas de vehículos, limpiar o desengomar superficies, lubricar cadenas o mecanismos metálicos, aflojar ventanas o puertas, entre otros usos.
A diferencia de otros líquidos multiusos disponibles en el mercado, el biorush se degrada fácilmente con el agua sin dejar rastros contaminantes, por lo que es ideal para varios trabajos de la industria mecánica y para su uso doméstico.
«Nuestro producto tiene varias ventajas frente a nuestros competidores. Es más económico y a diferencia de otros lubricantes hechos a partir del petróleo que se aplican y se quedan ahí para siempre, el biorush es biodegradable«, dice Jhoao Minango, coordinador de producción.
El producto, que se manufactura en planta de producción en Ambato cada trimestre, se comercializa en ferreterías de Imbabura y Pichincha en presentaciones de 400 mililitros. Cuesta USD 7.
También se puede adquirir, desde cualquier provincia del país, a través de la fan page en Facebook: Panka Inventions.
La ayuda a los grupos vulnerables es parte de los objetivos
A la par del desarrollo de la fórmula química del Biorush 18 – 11, los jóvenes también planearon una estrategia para impulsar el reciclaje del aceite y ayudar a grupos vulnerables a mejorar su calidad de vida. Ellos capacitan a grupos de mujeres y recicladores para convertir el aceite usado en jabón.
La idea es proporcionar a la gente un medio para iniciar un emprendimiento con pocos recursos. El aceite usado se combina con otros insumos fáciles de adquirir, como químicos para limpieza de cañerías y aceites esenciales. A través de un proceso artesanal se convierte en un jabón muy efectivo para el lavado de la ropa.
La meta de los universitarios es convertir a las personas que capacitan en sus aliados estratégicos en su lucha contra la contaminación. Uno de los grupos beneficiados de las capacitaciones es Manos que Limpian, una asociación de recicladores que funciona en Riobamba.
Ese grupo está integrado por unas 80 personas de escasos recursos. Ellos perciben ganancias mensuales que no superan los USD 85 y su trabajo está precarizado.
«Cuando aprendimos que podíamos usar el aceite para emprender un negocio nos ilusionamos mucho. Antes dejábamos en los basureros el aceite que la gente desechaba, pero ahora lo recolectamos», cuenta Tarquino Cando, presidente de la Asociación.
Los socios de Manos que Limpian, no solo usan el aceite para manufacturar los jabones que utilizan en sus casas, sino que también, gracias a un vínculo hecho a través de Panka, comercializan cada galón de aceite usado a USD 3. El comprador es un exportador de esta materia prima que se envía a Holanda.
«La idea es que nosotros procesemos ese aceite y en algún momento seamos los principales compradores, pero al momento nos encontramos en fase de crecimiento y aún no podemos alcanzar grandes volúmenes de producción», dice Minango.
¿Cómo cuidar el ambiente al desechar adecuadamente el aceite de cocina?
Carla Arguello, docente de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, dice que emprendimientos como Panka contribuyen de gran manera al desarrollo económico de nuevos ejes productivos del Ecuador y al cuidado del ambiente.
«Los emprendimientos de economía circular, que aprovechan los desechos y particularmente el aceite de cocina que es tan contaminante, aseguran nuestra supervivencia como planeta», afirma Arguello.
En los dos primeros años del emprendimiento los estudiantes lograron retirar del medio ambiente 500 litros de aceite. Ahora, que están por cumplir su tercer año como empresa, están cerca de alcanzar su meta de retirar 1 000 litros.
Un litro de aceite puede contaminar hasta 40 000 litros de agua cuando se arroja en fregaderos y desagües que lo conducen a ríos y quebradas debido a que contiene 5 000 veces más carga contaminante que el agua residual. Si se vierte en el suelo destruye el humus y la materia viva que hay en él, disminuye la fertilidad y debido a la infiltración, contamina las aguas subterráneas.
La forma adecuada de desecharlo es colocarlo en botellas plásticas bien selladas. Al almacenarlo y desecharlo en galones se puede contribuir a organizaciones de recicladores como Manos que Limpian que luego lo comercializan para su sustento.