Por Xavier Basantes R.
El objetivo de la Junta de Política y Regulación Financiera es poner en marcha, durante el segundo semestre del 2023, la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera.
Lo que se busca a través de la inclusión financiera es lograr un acceso equitativo y sostenible de las personas y las empresas a los servicios financieros formales.
Así define este concepto David Castellanos. Él participó en el evento denominado Una mirada diferente a la inclusión y el desarrollo, el 16 de junio del 2023, en Quito.
Este encuentro fue organizado por la Alianza por la Inclusión Financiera del Ecuador. Este grupo lo integran Asobanca, Icored, RFD, Asomif y Asofipse.
Es decir, la inclusión financiera busca garantizar que toda persona, independientemente de su estrato socioeconómico, ubicación geográfica, género y otras características, pueda tener la oportunidad de utilizar y beneficiarse de los servicios financieros formales.
Sin embargo, un elevado porcentaje de la población ecuatoriana está excluida del sistema y ante la baja bancarización su principal fuente de financiamiento es el ‘chulco‘.
“Esos prestamistas informales aplican procesos ágiles, pero a costos elevados: un interés del 5% a la semana, lo que equivale a una tasa anualizada de 1.200%”.
Ese detalle lo compartió en su presentación Michael Chu, reconocido experto mundial en microfinanzas y profesor de Harvard Business School.
La situación en Ecuador y las barreras para la implementación
Para mostrar la realidad en el país, la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD), presentó en enero del 2022 la investigación Inclusión Financiera en el Ecuador, desafíos y oportunidades.
En ese documento se tomaron en cuenta los datos proporcionados por el estudio Global Findex 2021 y la información del Boletín de Inclusión Financiera del Banco Central del Ecuador.
Entre otros datos, ese documento revela que, desde el lado de la demanda, al 2021, el 36% de las personas mayores de 15 años, indica no tener una cuenta en el sistema financiero.
Eso significa que 4,1 millones de personas no utilizan los beneficios y facilidades que proporcionan los productos y servicios financieros.
De acuerdo con la opinión de las personas excluidas financieramente, no pueden acceder a una cuenta corriente o de ahorros, debido a varias razones.
Entre ellas mencionan una percepción de precios altos de los productos y servicios; no disponen de fondos suficientes para la apertura; la institución financiera está muy lejos; o no cuentan con la documentación exigida para la apertura.
Por el lado de la demanda, si bien existe un importante porcentaje de población adulta que cuenta con productos financieros, no los utiliza de manera habitual.
Y aún existen personas que se encuentran excluidas del sistema financiero, en especial las mujeres, los jóvenes y las personas mayores de 45 años.
La Estrategia Nacional de Inclusión Financiera
El documento elaborado en la Junta de Política y Regulación Financiera establece cuatro líneas de acción para la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera.
Catalina Pazos, integrante de la Junta, resume de la siguiente manera esos cuatro ejes: cobertura, oferta de productos y servicios, financiamiento a las mipymes, y protección al consumidor y educación financiera.
“Hay una coyuntura importante para poner en práctica la estrategia: el Ministerio de Educación trabaja en cambios de currículum, para incluir clases de educación financiera. La educación financiera no solo es para jóvenes o adultos mayores, es para todos”.
Michael Chu considera fundamental que la implementación de la estrategia se aplique desde una perspectiva de política pública, para lograr más involucramiento institucional.
Los beneficios de la inclusión financiera
Si no se puede acceder a servicios financieros, sobre todo a créditos, se pierden oportunidades de crecimiento y desarrollo; además, se perpetúa el ciclo de la exclusión.
“Ser pobre es difícil, pero ser pobre y quebrado es peor”, sostiene el especialista Chu.
En ese sentido, la inclusión financiera -a decir de Castellanos- trae consigo al menos cinco beneficios: estimula el crecimiento económico, otorga mayor estabilidad financiera, reduce la economía informal, usa tecnología y apoya a emprendimientos, y aporta a la reducción de la pobreza.
“La disponibilidad de microcréditos ha permitido a muchas personas, iniciar o expandir sus negocios, generar empleo y aumentar sus ingresos”, dice Castellanos.
El especialista añade que la digitalización es el mejor aliado de la inclusión financiera. Con la aceleración de las aplicaciones y botones de pagos, el número de operaciones digitales ha crecido en un 116%, según el Banco Central del Ecuador.
“La reducción de costos es una oportunidad para apoyar a aquellos que no logran incluirse financieramente. Sin embargo, se requiere mejorar las condiciones socioeconómicas para evitar que el acceso se trunque o solo se concentre en la población con acceso previo a crédito”.
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