Por Isabel Alarcón
Alcanzar el Hambre Cero para 2030 cada vez parece una meta más lejana. A casi siete años de que venza el plazo para cumplir con este Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), más de 3.000 millones de personas en el mundo no pueden acceder a una dieta saludable.
El aumento del precio de los alimentos, la pandemia, la desigualdad social y el cambio climático han contribuido a que estas cifras aumenten en los últimos años.
Como respuesta a esta problemática, “no dejar a nadie atrás” es el lema de este año del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemora cada 16 de octubre, para promover el acceso universal a dietas saludables. Este lema lo aplican diferentes iniciativas en Ecuador que, mediante la creación de huertos comunitarios, diversificación de cultivos y recuperación de semillas, mantienen la esperanza de que se cumplan estos objetivos.
Cristóbal Colón fomenta la producción local
Pimiento, cilantro, limón, naranjilla, papaya, verde y yuca son algunos de los productos que Paola Meza ya no compra en el mercado. Hace cuatro años, tenía que viajar durante una hora, todas las semanas, hasta Las Golondrinas para conseguir sus alimentos. Ahora, los encuentra en el huerto comunitario de Cristóbal Colón.
Este proyecto es la principal herramienta de este recinto de Esmeraldas para mejorar la alimentación de sus habitantes y fomentar el cuidado del planeta. La iniciativa surgió tras un estudio de Daniela Montalvo sobre la dificultad de las poblaciones del chocó ecuatoriano para obtener productos saludables y diversos.
Montalvo explica que el diagnóstico evidenció que la mayoría de personas tenía una alimentación basada en carbohidratos y muy pocas consumían frutas o verduras.
Esta es una problemática que se repite en todo el país. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el costo diario de una dieta saludable por persona en Ecuador es de USD 2,93, pero el 21,4% de la población ecuatoriana no puede acceder a este tipo de alimentación.
Huertos para contribuir a una sana alimentación
Con la ayuda de la Reserva Tesoro Escondido se inició la construcción del huerto, en 2018, en un terreno aledaño al subcentro de salud. La idea era que quienes acudían al centro médico se informaran sobre la necesidad de una buena alimentación para prevenir o tratar enfermedades.
El huerto se instaló en un espacio de 30m x 50m con la ayuda de 30 personas. Desde el inicio, Paola Meza fue una de las más interesadas en colaborar. Empezó como voluntaria y ahora es la administradora del huerto agroecológico Viva Cristóbal Colón.
Este sitio también ayuda a disminuir los desechos en la zona. “Cuando me dicen que ya hay basura, corro con la carreta a recogerla”, cuenta. Los residuos orgánicos de los hogares se utilizan como abono. Quienes contribuyen con su basura reciben productos frescos a cambio.
Ahora, los niños de comunidades aledañas a la Reserva Tesoro Escondido acuden al lugar para conocer más sobre la importancia de sembrar y consumir alimentos locales. Meza y Montalvo esperan que más personas, no solo de la comunidad, se unan al proyecto o lo repliquen en sus hogares.
Las organizaciones campesinas luchan contra los monocultivos
Esmeraldas es una de las provincias que ha sufrido el impacto de los monocultivos y de las actividades extractivas e industriales. Para luchar contra esta problemática, la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE) lleva a cabo diversos proyectos que impulsan la agroecología y el rescate de semillas.
Nancy Bedón, presidenta de la UOCE, cuenta que alrededor de 525 familias mantienen fincas diversas. En estas se producen cacao, guineos, verdes, toronjas, mandarinas, limones, guabas, árboles maderables, coco, borojó y todo tipo de productos de Esmeraldas. “Es una suerte de recuperación de prácticas ancestrales y nuevas técnicas”, cuenta.
Allí implementa los conocimientos que heredó de su abuela, como la rotación de cultivo, el uso del abono del cuy, el manejo de las plantas medicinales y el respeto de los ciclos.
Bedón llegó hace 12 años a Esmeraldas desde su natal Cotopaxi, para incorporarse a este proceso. En las comunidades indígenas y campesinas, dice, la conciencia del cuidado de la tierra siempre está presente, ya que es fuente de alimentación y buena nutrición.
La agricultura familiar campesina es una parte estratégica de la provisión de alimentos en el país. Según la FAO y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las familias campesinas trabajan con unos 7 000 cultivos, mientras la agricultura industrial se enfoca en 150.
La iniciativa que se lleva a cabo en Muisne, Atacames y Río Verde, también se centra en la recuperación de semillas como las variedades de habas y fréjol. Otro enfoque es el combate al consumo de alimentos procesados en el territorio.
Fortalecer la agricultura familiar campesina
La agricultura familiar campesina tiene la capacidad de cubrir el 50% de la alimentación local. Cecilia Ponce, coordinadora del proyecto Futuro de la Alimentación implementado por Heifer Ecuador, dice que esto se demostró durante el confinamiento por el covid-19, cuando el trabajo en el campo no se detuvo para proveer de alimentos a las ciudades.
Esta organización trabaja en 14 provincias con agricultores campesinos en temas relacionados a soberanía alimentaria. A través de distintas iniciativas se busca una alimentación accesible, nutritiva y diversa en el campo y en la ciudad.
El proyecto Futuro para la Alimentación, por ejemplo, se enfoca en ampliar las oportunidades de mercado para las organizaciones de agricultura campesina y agroecológica en Pichincha, Cotopaxi, Azuay, Cañar y Galápagos.
Según datos de Heifer, el 85% de las familias campesinas del Ecuador tienen entre 0 y 10 hectáreas. Por otro lado, solo el 13% tiene entre 10 a 50 hectáreas y apenas el 2% tiene más de 50 hectáreas. Ponce explica que esto demuestra que el mayor porcentaje tiene poco acceso a tierra, recursos, tecnología y gestión de negocios.
Actualmente, Ecuador integra la lista de los 63 países del mundo con mayor número de personas subalimentadas. Esto implica que 2,7 millones de ecuatorianos tienen un “consumo habitual de alimentos insuficiente para obtener la cantidad de energía alimentaria necesaria para llevar una vida normal, activa y sana”, según la FAO.
Las iniciativas que luchan por mejorar el acceso y la calidad de la alimentación en el país reflejan que alcanzar estos objetivos no solo dependen de quienes siembran, sino también del apoyo y las decisiones de los consumidores.