Por Cristina Márquez
El paisaje amarillo verdoso de un sector en la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo, conocido como la Ruta del Hielero, cambió. Los pajonales altos, chuquirahuas, orejas de conejo y otras plantas nativas desaparecieron y hoy solo se ve, a la distancia, una enorme mancha negra en las faldas del volcán.
Un incendio forestal consumió, en solo tres días, más de 200 hectáreas de páramo. Los bomberos trabajaron en jornadas largas para liquidar las llamas que avanzaban sin control por el flanco occidental del área protegida.
Solo unas horas después de extinguir el fuego en la Ruta del Hielero, otro incendio empezó en una zona aledaña. Esta vez las llamas acabaron con la cobertura vegetal de unas 150 hectáreas en el sector de Sanjapamba, también ubicado dentro del área protegida.
La pérdida de los páramos por quemas tiene preocupados a los expertos y conservacionistas. El ecosistema es frágil, alberga fauna y flora en peligro de extinción y su proceso de regeneración es tan lento que podría tomar hasta 70 años recuperar totalmente su funcionalidad.
«Eso si no hubiera intervención humana», aclara Marcelo Pino, técnico del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate).
Otros expertos dicen que hay plantas que probablemente nunca volverán a nacer.
La temporada seca es sinónimo de incendios en los páramos
En lo que va del año ya se han registrado 341 incendios forestales que han consumido 3.444 hectáreas en 64 cantones del país.
Las provincias con mayores pérdidas son Imbabura, Pichincha, Chimborazo, Azuay y Tungurahua.
Según el Cuerpo de Bomberos de Chimborazo, el mayor número de emergencias atendidas por esta entidad son los incendios forestales y esta tendencia se repite en las provincias del callejón interandino.
«Para nosotros la llegada del verano es un sinónimo de incendios forestales. Todas nuestras unidades están en alerta porque las emergencias son muy frecuentes, casi diarias», señala Orlando Vallejo, capitán del Cuerpo de Bomberos de Riobamba.
Vallejo dice que la institución ha determinado que un 95% de incendios forestales son provocados por los seres humanos y que un 5% ocurren por otras causas, como el ‘efecto lupa’ que se origina cuando hay vidrios y sol intenso.
Para las comunidades indígenas que viven en los páramos las denominadas quemas controladas con una práctica usual. «Se hacen para purificar el terreno y prepararlo para una nueva siembra. Los abuelos también decían que eran para atraer las lluvias», dice Olmedo Cayambe, comunero de Pulinguí Razuñan.
Él cuenta que, aunque los jóvenes están conscientes del daño irreparable para la naturaleza, es difícil cambiar la mentalidad los comuneros más ancianos.
Otro motivo para quemar el páramo es alimentar al ganado con el rebrote de los pajonales, pero eso trae consigo otras consecuencias. Las pezuñas de ovinos y bovinos aplastan el suelo descubierto y lo erosionan, las plantas nativas nunca vuelven a crecer.
La biodiversidad perdida, el peligroso efecto de los incendios en los páramos
Los pajonales y almohadillas de páramo atrapan la humedad y la liberan lentamente y por goteo, así nacen los humedales que luego forman ríos o se filtran y reaparecen como vertientes en la parte baja de los cerros. Así nace el agua que abastece a las ciudades.
Estas plantas no solo son fundamentales para la vida de los seres humanos, también son el hogar de especies en peligro de extinción, como venados, lobos, osos, marsupiales, cóndores y otros.
Cuando se quema la cobertura vegetal el suelo queda expuesto con sus poros obstruidos. Además de los pajonales, almohadillas, chuquirahuas, orejas de conejo y otras plantas nativas, se pierde también la microbiota; los animales huyen o mueren atrapados en el fuego o las aves dejan de ir, por lo que el ecosistema pierde totalmente su funcionalidad.
Andrés Parra, experto de la Universidad Técnica de Ambato, explica que el ecosistema se regenera lentamente debido a la altitud y al clima frío. Las plantas de los páramos tienen ciclos de vida largos y tasas bajas de reproducción porque viven en estas condiciones adversas.
"Lamentablemente mucha vegetación nunca llega a regenerarse porque el terreno se llena con las semillas de otras plantas que no son endémicas. Las semillas llegan con el viento, estas plantas crecen más rápido e invaden el terreno en poco tiempo", afirma el experto.
Sin la intervención humana, el páramo podría regenerarse totalmente entre 40 y 70 años, dependiendo de la magnitud del área pérdida y de la ubicación.
Marcelo Pino, técnico del Maate, dice que muy pocos páramos que han sido quemados en el pasado han logrado recuperarse. "Después de una quema vemos como la gente empieza a labrar el páramo perdido para cultivarlo. El uso del suelo cambia permanentemente", dice.
Los incendios forestales también ocurren en las áreas protegidas
Según el Maate entre el 2010 y el 2021, se han registrado 329 incendios en 33 áreas protegidas del país. El pico más alto de incendios ocurrió en el 2012.
Ese año se inició una campaña intensiva de concienciación ambiental. También arrancó el programa Socio Páramo, que consiste en entregar incentivos económicos a las asociaciones comunitarias que protejan el ecosistema.
Aunque la tasa de incendios bajó, las quemas continúan. Las reservas naturales con mayor extensión de hectáreas quemadas son la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo, el Parque Nacional Cotacachi y el Parque Nacional Cayambe Coca.
En estas tres áreas protegidas se han perdido 800 hectáreas de cobertura vegetal en los incendios causados en el 2022 y lo que va del 2023.
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