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Un ecuatoriano utiliza 250 bolsas plásticas al año; pero cada una tarda 400 años en degradarse

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Por Isabel Alarcón

Las bolsas plásticas son ligeras, resistentes y se desechan con facilidad. Gracias a estas características, no solo se han convertido en parte de nuestras actividades diarias, sino que también contaminan los mares, se acumulan en el estómago de los animales e ingresan al organismo de los humanos.  

El principal problema está asociado con su utilización inadecuada. El promedio de uso de una bolsa plástica es de 20 minutos, pero tardan 400 años en degradarse. Esto no significa que desaparecen; se transforman en micro y nano plástico que, incluso, se transportan por el aire. 

Cada 3 de julio esta problemática se pone en evidencia, al conmemorarse el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico. El objetivo de esta fecha es mostrar los efectos de su uso indiscriminado y fomentar alternativas más responsables con el planeta. 

En el mundo se estima que cada persona emplea anualmente alrededor de 200 fundas de este material. Según el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), un ecuatoriano en promedio consume 253 bolsas plásticas al año. Esto representa 3,6 billones entre bolsas tipo camiseta, rollo, de basura, entre otras, que se consumen anualmente en el país. 

Además, la Encuesta Seguimiento al Plan Nacional de Desarrollo (ESPND 2019) muestra que las bolsas de plástico desechables son las preferidas por los hogares ecuatorianos, frente a las de tela, reutilizables, de papel o de cartón. 

El MAATE explica que en el país se han realizado varios esfuerzos para desincentivar su uso como la responsabilidad extendida del productor para envases y empaques, un levantamiento de información y limpieza de cuerpos hídricos a escala nacional y un Acuerdo Ministerial para la prohibición de plásticos de un solo uso en áreas protegidas. Todo esto en el marco de la Ley Orgánica para la racionalización, reducción y reutilización de plásticos de un solo uso, que se publicó en diciembre de 2020. 

En ese mismo año, Ecuador se unió a la lista de países en el mundo que cobran por la entrega de estas fundas. El Impuesto de consumos especiales (ICE) para bolsas plásticas se empezó a aplicar en 2020 con USD 0,04 por unidad, pasó a USD 0,06 en 2021, USD 0,08 en 2022 y se espera que en 2023 sea de USD 0, 10. Al 2021 se ha recaudado USD 721 388 con este impuesto. 

Pietro Graziani, codirector italiano del Fondo Ítalo Ecuatoriano para el Desarrollo Sostenible, considera que, a pesar de la creación de leyes y decretos municipales, el consumo de estas bolsas en Ecuador no ha disminuido. En supermercados y tiendas continúan entregándolas sin costo y las personas no han adquirido el hábito de llevar sus bolsas de tela o de otros materiales. Además, para cada producto se entrega una bolsa distinta, cuando todos podrían entrar en la misma.  

Para Graziani, la ejecución o implementación de la normativa es el principal problema, al igual que la falta de sanciones y multas para el incumplimiento de estas disposiciones. Otro problema en el país es la importación de residuos plásticos. Estos son usados como materia prima para otros productos, debido a que no se logra satisfacer la demanda con lo recolectado en el país. Esto a pesar de que el 35% de los residuos que se producen en Ecuador son potencialmente reciclables y solo se recicla un 5%. 

“Más que ver al plástico como el mayor enemigo sería importante usar la economía circular o un concepto que permita, desde el diseño o producción de cualquier material, conocer cómo se lo va a tratar una vez que termina su ciclo de vida. Esto reduciría o eliminaría el problema de la contaminación por plásticos”, explica Graziani.

Los plásticos afectan a las tortugas marinas en Ecuador

La acumulación de plásticos en el organismo de animales marinos fue uno de los factores que motivó a Rubén Alemán a crear el centro de rehabilitación de fauna marina en el Parque Nacional Machalilla en 2012.  

Después de realizar 500 necropsias en delfines, ballenas, aves marinas, lobos marinos y tortugas marinas encontró que el 98% de las causas de varamiento y mortalidad se relacionaban con causas humanas y en el 60% de los casos encontró macro plásticos en su intestino. 

Uno de los casos que más impactó a Alemán fue la llegada de una tortuga verde con medio kilo de plástico en su organismo, entre fundas negras de basura, bolsas claras gruesas y otras de centros comerciales. 

Después de tragar plástico, una tortuga puede tardar hasta seis meses en defecarlo.  Mientras tanto, el material permanece en el organismo liberando sus químicos. En otras ocasiones, las tortugas se ahogan con las fundas o pierden sus aletas al quedarse enredadas en estas  bolsas. La mayoría las confunde con medusas y se las come. 

Entre el 2013 e inicios de 2022, cuenta Alemán, aproximadamente 65% de los animales que arribaban al centro de rehabilitación de fauna marina, ubicado en Manabí, llegaban con plástico o diferentes causas de enfermedad o muertes asociada este material.

“Todo termina en el mar”, dice Alemán, quien se esfuerza por salvar a las tortugas de los plásticos a lo largo de la Costa ecuatoriana. 

Iniciativas para la lucha contra la contaminación por plásticos

Desde hace cinco años, Diana Godoy ya no tiene basureros en su casa. Todos sus residuos orgánicos los utiliza para hacer compostaje, los pocos plásticos que emplea los recicla y su basura anual se reduce a un pequeño frasco. 

En 2017, Godoy optó por un estilo de vida conocido como ‘Zero Waste’ o basura cero. Es decir, nada de lo que consume va al relleno sanitario. Sus hábitos se enfocan en rechazar los productos que vienen en empaques, reusar, reparar y reciclar. 

El primer producto que dejó de utilizar al tener un estilo de vida ‘Zero Waste’ fue la bolsa plástica. Ahora prefiere las de algodón, que tampoco contaminan el agua al lavarlas, o usa canastas para hacer compras. Cuando le llega una funda plástica, las lava y las reutiliza la mayor cantidad de veces posibles. 

“Mi propuesta es que la gente adopte un estilo de vida `Zero Waste` porque evita que la ciudad gaste millones de dólares en recolección de basura y en rellenos sanitarios que perjudican el agua y la tierra”, dice. 

Para difundir sus hábitos, Godoy fundó Zero Waste Store Ecuador. En esta tienda se pueden encontrar todos los sustitutos a productos plásticos que las personas utilizan diariamente como fundas reusables o productos sin envases, como champú en barra. Para Godoy, “vivir sin producir basura es posible”.

Fe María Romero Andrade, fundadora de Creaciones FEMA, transforma bolsas plásticas en tapetes, bolsos, carteras, individuales para la mesa y alfombras. En este emprendimiento logró juntar sus dos pasiones: tejer y proteger el ambiente. 

En el 2020, cuando se inició la pandemia, a Romero se le ocurrió dar otro uso a sus bolsas plásticas. Con la ayuda de su suegra y sus hijos empezó a recolectarlas y creó todo tipo de artículos para el hogar con este material. 

El proceso consiste en lavarlas o limpiarlas, luego las plancha con la mano, las corta y obtiene una especie de hilo con el que teje a crochet. Su primer producto fue una cartera y ahora su especialidad son los tapetes que los vende generalmente en ferias. 

“Siempre quise aportar con el cuidado del medio ambiente y quiero un futuro mejor para mis hijos”, dice Romero, quien espera difundir sus productos a más personas y motivarlos a reciclar

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