Por Cristina Márquez
Un radar de monitoreo instalado en la espalda de Limoncochito, un águila harpía macho de unos 18 meses de edad, muestra cómo se movió por los parches de bosques lluviosos hasta dejar la Reserva Biológica de Limoncocha, en Sucumbíos, donde nació en junio del 2021.
El águila en edad juvenil se acerca peligrosamente a sitios poblados, pasa por carreteras, plantaciones de palma africana y llega hasta el borde de un río grande que no logra cruzar.
Los activistas del Programa de Conservación del Águila Arpía en Ecuador y del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), aspiran que Limoncochito, quien es monitoreado por ambas entidades con un kit de rastreo desde los seis meses de vida, logre llegar a un corredor biológico y así pueda volar hasta un área protegida grande donde podría establecerse. Si no logra llegar, sus esperanzas de vida serán menores.
El trayecto del vuelo de Limoncochito se dibuja en un mapa y muestra cómo la pérdida del hábitat pone en peligro la sobrevivencia de esa especie de ave rapaz, que está en estado de vulnerabilidad en el Ecuador mientras que en el resto del mundo está categorizada como casi amenazada.
La destrucción del bosque: una amenaza que avanza sin control
Las águilas harpías viven en bosques lluviosos desde el sur de México hasta el norte de Chile, pero la población más grande está en Panamá.
En los países de Centroamérica, Colombia y Venezuela la principal amenaza para la especie son las organizaciones delictivas que se dedican al tráfico ilegal de flora y fauna. Dependiendo del tamaño, en el mercado ilegal un águila arpía adulta podría costar hasta USD 500 000. La buscan coleccionistas para sus zoológicos privados.
En Ecuador la principal amenaza es la destrucción del hábitat natural del ave. La tala y la colonización del territorio amazónico limita el área en la que las águilas pueden anidar, reproducirse y alimentarse.
Ruth Muñiz es una bióloga española que estudia a la especie en el país desde hace 20 años. Ella creó el Programa de Conservación del Águila Harpía en Ecuador y junto a un equipo integrado por otras 12 personas, monitorea las aves y trabaja con las nacionalidades indígenas que conviven en la Amazonía con las águilas para sensibilizarlos sobre la cacería.
Ella cuenta que mientras en la Amazonía las águilas harpía son una especie vulnerable, en la Costa están en peligro crítico. Allí se habían identificado tres nidos que desaparecieron en los últimos dos años.
La cacería del ave es otra preocupación. La pérdida del bosque hizo que las águilas se acerquen más a zonas pobladas y se alimenten de animales domésticos, por lo que los campesinos les disparan.
«Hay gente que las caza por desconocimiento, por miedo y algunos por admiración, porque quieren verla de cerca o tener sus plumas», dice Muñiz.
Una especie representativa de la biodiversidad
El águila harpía es considerada como una especie bandera de la biodiversidad. Su presencia es un indicador del estado general del ecosistema.
Esta ave, que se diferencia de otras rapaces por su gran tamaño, se alimenta de mamíferos pequeños como monos, guatusas, perezosos. Cumple un rol regulador del equilibrio del ecosistema.
Los técnicos del Programa de Conservación del Águila han identificado hasta el momento 27 nidos activos en todo el país. La mayoría están en Sucumbíos, Pastaza, Orellana y Morona Santiago, se han hecho avistamientos en los parches de bosque lluvioso de Esmeraldas.
Los esfuerzos para proteger el águila tienen más aliados
El Maate monitorea a Limoncochito desde sus primeros días de vida. Una familia que vive en una comunidad de la Reserva Biológica Limoncocha que abarca 3 729 hectáreas, reportó a los guardaparques el avistamiento de la pareja de águilas anidando.
Limoncochito es una de las seis aves a las que se les instaló un monitor digital, pero es la única que aún tiene el aparato encendido. Las baterías de los otros cinco equipos, que tienen una vida útil de dos años, se terminaron.
«Los datos que obtenemos con los monitores son indispensables para nuestra investigación y para las acciones de protección que llevamos a cabo», dice Muñiz.
Así se puede saber, por ejemplo, cuánto tiempo pasó el polluelo en el nido antes de independizarse. Se puede saber también sus rutinas de exploración, si ha cambiado su alimentación y otros detalles.
El dato más importante de su monitor es su trayectoria. Cuando en el mapa se observa que se acerca a zonas pobladas, el Programa de Protección coordina acciones con los funcionarios del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), para visitar las comunidades y para pedirle a los habitantes que no las cacen.
«Les explicamos la importancia de esta especie y les decimos que si hay algún ataque a un animal doméstico nos reporten para encontrar una solución, pero que no las maten», dice Ruth.
Los técnicos del Maate también trabajan en la protección la especie. El 3 de diciembre pasado ellos recibieron una capacitación sobre trabajos verticales, eso implica aprender a escalar árboles de gran tamaño, instalar cámaras y plataformas, hacer capturas seguras.
Uniandes y National Geographic se suman al rescate
El rescate del águila harpía es la nueva meta de los estudiantes y docentes de la Universidad Regional Autónoma de los Andes (Uniandes). La entidad firmó, en enero de 2021, un convenio de cooperación con National Geographic para estudiar el hábitat natural del ave en tres provincias del Ecuador, el estado de la población e impulsar políticas de conservación.
Cada mes un grupo de estudiantes de la carrera de veterinaria viaja hasta el Centro de Rescate de Fauna Silvestre Yanacocha, en Puyo (Pastaza). Allí los alumnos reciben capacitación sobre la atención y el manejo de las aves rapaces.
El objetivo es completar un ciclo de instrucción previo al trabajo que los jóvenes harán en el campo. La academia contempla un amplio proyecto de investigación de las águilas, que se iniciará con un mapeo de las zonas en las que viven, los sitios donde se alimentan y donde anidan.
En la investigación los estudiantes y sus tutores determinarán la tasa de reproducción y otros indicadores que les permitirán conocer a detalle el estado de la población actual. Para lograrlo utilizarán equipos de telemetría y microcámaras.
Los resultados de esta investigación serán determinantes para impulsar políticas de conservación específicas para esa especie de ave.
«Para nosotros como academia es fundamental sumarnos con nuestro contingente al rescate de un ave emblemática de la biodiversidad del país», dice Darwin Villamarín, coordinador de la carrera de Veterinaria.