Por Cristina Márquez
Las vainas rojizas del guarango resaltan en los paisajes áridos de Guano, en la provincia de Chimborazo. Allí no todos los cultivos prosperan debido a la falta de agua de riego; pero ese árbol, una especie nativa del bosque seco, crece robusto y se llena de vainas casi todo el año.
El guarango es cotizado en la industria debido al alto contenido de taninos que tienen sus vainas y semillas. Estas moléculas vegetales ayudan a la preservación de otras materias sin la necesidad de combinarlas con químicos, por lo que su principal uso es para la curtiembre de cueros, pero también se puede utilizar en la industria alimenticia y farmacéutica.
Marco Oyola, de 64 años, es uno de los dos últimos curtidores artesanales de cueros que aún viven en Guano. Él recuerda que sus abuelos Salvador Oyola y María Iza curtían las pieles de reses y borregos con el líquido espeso y marrón que obtenían de la cocción de las vainas del guarango. Ahora quiere recuperar y difundir ese conocimiento.
Él pertenece a la Corporación de Desarrollo Integral María Inmaculada, una de las dos asociaciones comunitarias dedicadas a la exportación y procesamiento del guarango que funcionan en ese cantón. Esa organización, que está integrada por 13 familias, se formalizó en el 2015 y es parte del proyecto Negocios, Asociatividad y Restauración del Bosque Seco Andino que promueve la Fundación Heifer Ecuador y el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica.
Oyola trabaja por la recuperación del guarango desde el 2007. Él cuenta que hace una década los árboles de esa especie crecían silvestres en los alrededores de Guano, pero que, con la expansión de la ciudad y el avance de la frontera agrícola, fueron desapareciendo.
«La gente no veía la utilidad del árbol y lo talaban para ocupar el espacio en sembríos o para construir sus casas. Quedan muy pocos arbolitos», cuenta Oyola.
Otro factor que desanimó a las familias que aún tenían árboles de guarango en sus terrenos fue los bajos precios que un comerciante de la localidad ofrecía por las vainas. Él pagaba a las familias entre USD 1 y 2 por un quintal de 30 kilogramos de vainas y luego las comercializaba en Perú. En ese país, que es el mayor comercializador de guarango en el mundo, las industrias pagan hasta USD 1,20 por cada kilo.
«La difusión del proyecto de Heifer y del Ministerio del Ambiente nos dio ánimos para seguir luchando por el guarango. Cuando le dijimos a la gente que esa planta podía ser un buen negocio empezaron a sentir interés por el árbol», dice Evelin Oyola, otra socia de la Corporación.
En diciembre pasado tras varias semanas de negociaciones y de analizar distintas ofertas, los especialistas de Heifer Ecuador contactaron a un comprador para el guarango ecuatoriano: la empresa peruana SilvaTeam, liderada por las organizaciones campesinas.
Los integrantes de las asociaciones comunitarias se dedicaron a la recolección de las vainas en las comunidades y parroquias de Guano, Penipe y Riobamba. Ellos pagaron USD 6 por cada quintal de 12 kilos y lograron reunir 30 toneladas para su primer envío internacional, que se concretó el 24 de febrero pasado, solo 128 días después del inicio del proyecto que cuenta con financiamiento de las cooperaciones alemana y noruega, y de Heifer Internacional.
El camión partió desde las instalaciones de Compyta, otra organización dedicada a la recolección del guarango, situado en la comunidad Langos. Allí los 32 socios transformaron una pequeña escuela abandonada en un centro de acopio con capacidad para almacenar unas 60 toneladas de guarango.
Soraida Aguiar, la presidenta de la organización, contó que en el 2012 la comunidad recibió la donación de 5000 plantas de guarango, pero no todas las familias se interesaron en sembrarlas. «Mucha gente las dejó morir, no las sembró porque no les parecía una planta aporte algún beneficio. Ahora que nos ven exportando las familias están buscando estas plantas», cuenta Soraida.
Los socios de Compyta empezaron a capacitarse sobre el guarango. Ellos aprendieron que esa planta le aporta nitrógeno al suelo y que es ideal para terrenos empobrecidos por la falta de agua y de materia orgánica. Esa especie, además, es ideal para acompañar otros cultivos.
El objetivo del proyecto es promover la siembra del guarango en fincas agrícolas. «En Guano ya no hay bosque seco, ese ecosistema fue intervenido. La idea es que los productores de guarango siembren este árbol en sus propiedades agrícolas junto a otros cultivos», dice Silvana González, vocera de Heifer Ecuador.
La meta a largo plazo, en cambio, es la industrialización nacional del guarango. González afirma que el negocio en torno a esta especie está en ascenso debido a la tendencia por lo orgánico que cada vez es más popular en el mercado internacional.
En la curtiembre de pieles, el polvo que se obtiene de las vainas del guarango puede reemplazar al cromo y al sulfuro, dos sustancias químicas altamente contaminantes. Mientras que la sustancia blanca y gomosa, que se obtiene de las semillas puede reemplazar a la pectina y a otros espesantes y conservantes artificiales.
Evelin Oyola, socia de la Corporación María Inmaculada, inició un emprendimiento. Ella elabora helados y mermeladas de frutas de temporada, espesados únicamente con el extracto de las semillas del guarango. El negocio es pequeño y solo se hacen entregas bajo pedido, sin embargo, los socios de esa organización piensan que esa es la prueba de que el futuro económico de Chimborazo podría girar en torno al guarango.