Por Cristina Márquez
Producir alimentos en Galápagos no es sencillo. Los agricultores deben lidiar con el cambio climático, la escasez de mano de obra e insumos, los altos costos y, sobre todo, la competencia con los productos importados desde el Ecuador continental.
Los productores dicen que comparten un factor común: el amor al campo y el anhelo por alcanzar la soberanía alimentaria en el archipiélago, pese a las dificultades que enfrentan.
Ellos ahora están organizados, se capacitan en escuelas de agroecología y negocios, y buscan nuevas alternativas para lograr la sostenibilidad en su producción. Además, prueban nuevos mecanismos para ser resilientes en medio de las complicaciones geográficas y el clima, que en el último lustro se ha vuelto aún más impredecible.
En las cuatro islas pobladas (Santa Cruz, San Cristóbal, Isabela y Floreana) viven 33 000 personas y cada año reciben la visita de 200 000 turistas, por lo que hay una gran demanda de alimentos.
Heifer Ecuador, una organización sin ánimo de lucro que impulsa el fortalecimiento de la agroecología en Galápagos, calcula que cada mes se requieren unas 1.450 toneladas de productos agrícolas para sostener la alimentación en las islas.
La producción local abastece un 44.8% de la demanda (650 toneladas), lo demás llega por avión o barco.
Más de 10 000 ha de campos, abandonados en el archipiélago
Glenis Buenaño, agricultora de San Cristóbal, cuenta que la producción de alimentos no siempre es un buen negocio. «Hay demasiados riesgos, a veces pensamos que viene la época seca, sembramos y no deja de llover…. Perdemos mucho dinero», cuenta.
Además, los cultivos requieren de una alta inversión. El presupuesto debe incluir un rubro para el control de especies invasoras como la mora y el sauco, que representa cerca del 54% del costo total de la producción.
A eso se suma la escasez de insumos agrícolas. Los productores dependen de lo que los agrocentros de la localidad logren importar, por lo que es difícil conseguir semillas, herramientas y otros insumos.
«Los jóvenes no están interesados en seguir cultivando el campo. Es mucho más rentable iniciar un negocio vinculado a los servicios turísticos o dedicarse a la investigación científica. Por eso mucha gente se va», dice Buenaño.
En las cuatro islas habitadas del archipiélago hay una superficie cultivada de 17 000 hectáreas. Allí prosperan productos de la Sierra, como cebollas, hortalizas de ciclo corto, papas y más. También se producen yuca, café, cítricos y otras frutas tropicales.
La diversidad de producción se debe a los pisos geográficos y a los microclimas del archipiélago. Además, los suelos son ricos en materia orgánica y húmedos, lo que los vuelve ideales para la agricultura.
Pero esa diversidad climática y las bondades de la tierra no son suficientes para atraer el interés de las familias. Unas 10 000 hectáreas de campos, el 35% de la superficie cultivable, están abandonadas y sus propietarios migraron a los centros poblados.
Agricultores buscan estrategias sostenibles para mejorar su producción
Donaldo Navarrete, coordinador de Heifer Ecuador en Galápagos, cuenta que pese a los desafíos los agricultores están decididos a alcanzar la soberanía alimentaria en el archipiélago, por lo que prueban alternativas para mejorar su producción.
Las escuelas de agroecología que promueve esa organización desde el 2021, han contado con la asistencia de 70 agricultores de todas las parroquias. En 15 días de campo ellos aprendieron estrategias ecológicas para controlar las plagas, métodos de siembra y reproducción de plantas, y una diversidad de maneras de fertilizar los campos con elementos orgánicos.
Los microtúneles antiáfidos, por ejemplo, son una forma natural para proteger los cultivos de los pulgones, moscas y otras plagas. Los agricultores también están aprendiendo cómo producir bajo invernadero para así tener producción en todo el año y no depender de las estaciones climáticas.
«A diferencia del Ecuador continental, en Galápagos la agricultura es muy joven. Los productores antes no estaban organizados y cada familia producía por su cuenta, había mucho recelo en compartir lo que les estaba funcionando. Las escuelas consolidaron un grupo en el que ahora todos aprenden juntos, comparten sus experiencias de éxito y también sus fracasos», dice Navarrete.
En las escuelas, los agricultores también aprenden sobre el uso de pequeñas maquinarias agrícolas para compensar la falta de mano de obra.
«En el archipiélago vivimos bajo un régimen especial, aquí el costo de vida es más alto. El salario básico es de alrededor de USD 800, lo que hace casi imposible contratar personal para las labores agrícolas. Empezamos a introducir maquinarias como las holladoras, logramos un 300% más de eficacia», cuenta Navarrete.
20 emprendimientos surgieron de dos escuelas de negocios
Conservas, quesos, chimichurri, rompope y otros productos se elaboran en 20 emprendimientos que surgieron en las escuelas de negocios que promueve Heifer Ecuador en Galápagos desde el 2021.
Los emprendimientos lograron notificaciones sanitarias para -al menos- uno de sus productos y están en trámite los registros sanitarios.
Agregarle valor a los productos que obtienen en sus fincas es otra estrategia para mejorar sus ingresos y sus condiciones de vida. Estos productos se venden en la feria local, se entregan directamente a los establecimientos turísticos e incluso cuentan con un punto de venta propio donde se ofertan directamente al público.
Uno de los casos más exitosos es el de Galfrut, una organización de mujeres que manufactura pulpas de fruta de temporada. Ellas se convirtieron en las principales proveedoras de una empresa de cruceros navegables para turistas.
«Nos esforzamos mucho por lograr una alta calidad en nuestros productos y así logramos convertirnos en proveedoras de una de las empresas más exigentes. Ahora queremos diversificarnos», cuenta una de las socias.
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