Por Isabel Alarcón
El cambio climático ya se siente en todas las regiones del Ecuador.
Veranos irregulares, el deshielo de nevados como el Antisana, cultivos que ahora se desarrollan más arriba de los 3 600 metros y lluvias más fuertes y frecuentes, no son desastres naturales aislados.
Estas son algunas de las muestras más evidentes de los impactos de este fenómeno en Ecuador.
Si la tendencia sigue como hasta el momento, las proyecciones oficiales del país demuestran que en los próximos 20 años la temperatura en Ecuador incrementará entre 1°C a 1,7°C.
Hasta el año 2100 podría subir hasta 2,8°C.
Por eso, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27), que se desarrollará en noviembre de este 2022 en Egipto, es vital para definir compromisos más ambiciosos. Sobre todo en torno a mitigación, adaptación y justicia climática.
Ecuador presentará algunas de sus iniciativas más importantes en torno a estos tres aspectos. Y buscará nuevos acuerdos financieros con otros países para alcanzar sus metas.
Ecuador presentará la experiencia de REDD+ con pueblos y nacionalidades
Hace 20 años, Efren Nango reconocía fácilmente que febrero había llegado por la gran cantidad de sapos que nacían.
También sabía que ya era agosto por la puesta de huevos de las charapas acuáticas.
Su comunidad Kukay, de la nacionalidad Shiwiar, mantenía su calendario e identificaba los meses en relación con eventos como estos.
Ahora, las tortugas ya no ponen sus huevos en verano debido a las inundaciones y a inicios de año, los anfibios ya no se reproducen como antes.
Las variaciones en el clima de la Amazonía ecuatoriana han modificado la dinámica ecológica y social de esta región.
Las lluvias son cada vez más fuertes y frecuentes. En comunidades como las de Nango, ubicada en Pastaza, afectan a las chacras, a los animales y a las casas ubicadas en las zonas más bajas.
Según las proyecciones de Ecuador en su informe Tercera Comunicación Nacional, la región amazónica va a ser la más afectada por el cambio climático.
Eso, debido a que la temperatura podría aumentar hasta 2,1°C al 2050 y 3,5°C al 2100.
Además, sus habitantes, al ser los guardianes de estos territorios, son los más vulnerables a los efectos de este fenómeno climático.
Enfrentar y adaptarse
Como una de las medidas para enfrentar y adaptarse al cambio climático, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) y el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) firmaron un compromiso.
El objetivo es la aplicación del Plan de Implementación REDD+.
Este acuerdo permitirá que las 11 nacionalidades amazónicas del país reciban un financiamiento de USD 2,5 millones del Fondo Verde del Clima, por el cumplimiento de las metas de reducción de la deforestación planteadas en el Proyecto Pago por Resultados.
Jessica López es la coordinadora del proyecto del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para acompañar a la Confeniae en la ejecución de la primera etapa del Plan de Implementación REDD+.
Ella explica que este es un mecanismo que resalta la virtud que tienen los bosques para enfrentar el cambio climático.
Para obtener los recursos del Fondo Verde del Clima, el país debe demostrar que las políticas implementadas han logrado reducir la deforestación y, por lo tanto, las emisiones de CO2 a la atmósfera.
López dice que es un mecanismo para cuantificar el aporte de Ecuador a la lucha contra el cambio climático.
La dinámica consiste en que el organismo internacional paga por este esfuerzo, pero el país debe justificar en qué va a invertir estos recursos.
Quienes busquen acceder a los fondos de REDD+ en Ecuador deben armar un Plan de Implementación (PdI) y presentarlo al MAATE para que lo apruebe.
Esto es lo que sucedió con la Confeniae. Según la Cartera del Estado, es la primera vez en el país, y uno de los pocos casos en el mundo, que se entrega financiamiento para combatir los efectos del cambio climático con la ejecución de un PdI de una organización indígena.
“La canalización de recursos que llegue a grupos como los pueblos y nacionalidades que tienen rol fundamental en mantener los bosques en pie es súper importante en el contexto de las negociaciones climáticas”, dice López.
Elaboración del Plan de Implementación
Efrén Nango, dirigente de Educación en la Confeniae y uno de los participantes activos de este proceso, explica que el cambio climático no solo es perceptible en su comunidad Kukay, sino en toda la Amazonía.
Por eso, este plan se elaboró con base en las necesidades y cosmovisión de las nacionalidades, y busca crear proyectos sostenibles, ambientales y económicamente viables.
Bajo este plan se han priorizado acciones en cuatro ejes. El primero se relaciona con la titulación y recuperación de los territorios ancestrales.
Mientras que el segundo eje se enfoca en emprendimientos, turismo comunitario y ecoturismo.
El tercero contempla la conservación y restauración de ecosistemas.
Por ejemplo, en las comunidades que viven al lado de las carreteras y territorios deforestados por la ganadería y la industria maderera se enfocarán en la reforestación.
En las nacionalidades que están en bosques primarios, como la de Nango, se aplicarán medidas de protección de la biodiversidad.
El cuarto enfoque es el fortalecimiento del talento humano y capacidades institucionales de la Confeniae. Uno de los temas más importantes es la creación de la unidad que les permita manejar directamente los fondos para proyectos como este.
En esta ocasión, lo van a manejar a través de WWF Ecuador, que también apoyará con conocimientos técnicos. Esta organización va a acompañar a la Confeniae por los próximos tres años.
Con los USD 2,5 millones se financiarán las acciones priorizadas. Para llevar a cabo todo el PdI de la Confeniae se necesitan USD 80 millones, que se espera puedan conseguir de diversos fondos en el futuro.
“No hay otro camino para hablar de resiliencia. Si no conservamos los bosques, no lograremos nada”, dice Nango.
Como parte de las acciones priorizadas está la creación de un área intangible en el territorio shiwiar, que aún conserva un 80% de bosque primario.
La idea es socializar estas prácticas con otras nacionalidades para crear corredores biológicos y ecológicos para conservar a los animales y a la naturaleza.
Retos frente a la COP27
La transición ecológica es uno de los conceptos que Ecuador ha buscado posicionar a escala internacional.
Según el Ministerio del Ambiente, este término se refiere al camino hacia un modelo que no solo reduzca la afectación ambiental, sino que impulse procesos regenerativos de los recursos naturales.
Para Nango, esto puede sonar contradictorio. Mientras se promueve la conservación de la Amazonía y la inclusión de las voces de pueblos y nacionalidades con REDD+, se continúan otorgando concesiones mineras en esta región.
Tarsicio Granizo, director de WWF Ecuador, considera que se debe pensar en un plan de mediano y largo plazo para salir de la explotación de recursos no renovables y pensar en otras fuentes de ingreso como la bioeconomía.
Granizo sostiene que todos los países deben reforzar sus compromisos o exigir que existan acciones inmediatas de mitigación y adaptación.
Estas últimas son relevantes para países como Ecuador, que no son grandes emisores, pero son los que más sufren los impactos del cambio climático.
“Lo más importante de COP es que no necesitamos nuevos compromisos, sino cumplir con lo ya prometido”, dice Helena Gualinga, defensora ambiental de la comunidad de Sarayaku.
Esta es la tercera COP a la que asistirá esta joven de 20 años, reconocida por su lucha por la conservación de los territorios.
Para Gualinga, la financiación para promover la justicia climática es otro de los grandes temas que se debe abordar en este evento internacional.
Esto se refiere a establecer mecanismos para que los grandes emisores ayuden a los países en vías de desarrollo a cumplir sus metas.
El concepto también aplica a los fondos entregados a pueblos y nacionalidades.
Para esta defensora del ambiente, es necesario que el financiamiento se dirija a comunidades indígenas, pero no debe provenir de mercados como el de carbono o de recursos que justifiquen que las empresas continúen emitiendo gases contaminantes.
Ecuador se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 9% al 2025. Si se recibe ayuda externa, estas podrían disminuir hasta en un 20,9%.