Por Cristina Márquez
Dos camiones cargados con 46 toneladas de guarango partieron a Perú desde Imbabura. El envío salió el 26 de julio de 2022.
Esta es la segunda exportación de este producto que se hace en este año como parte del proyecto Negocios, Asociatividad y Restauración del Bosque Seco Andino.
Esta iniciativa la promueven la Fundación Heifer Ecuador y el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate).
Cerca de 400 familias de Carchi e Imbabura participaron en la recolección de las vainas que son demandadas en el mercado internacional, por su alto contenido de taninos.
El guarango, que crece silvestre en los remanentes de bosques secos y quebradas, puede ser utilizado como aditivo, espesante, antifúngico o estabilizador.
Pero es especialmente cotizado en la industria de la curtiembre de pieles, debido a que reemplaza a químicos nocivos y altamente contaminantes, como el sulfuro, el ácido fórmico y el cromo.
El guarango ecuatoriano fue adquirido por la empresa Silva Team, que las procesa y distribuye en Norteamérica y Europa.
Esta compañía tiene un compromiso de compra con los productores que se sumen a la red de recolectores de guarango del Ecuador.
Dos organizaciones lideran la recolección del guarango
«No sabíamos que este árbol podía ser rentable», cuenta César Colimba.
Él es Presidente de la Asociación de Granjas Integrales San Joaquín, que agrupa a 13 familias de la comunidad San Clemente, situada a 20 minutos de Ibarra, en Ambuquí.
Esta organización se formó para apoyar a los productores agrícolas de San Clemente y las comunidades aledañas.
En esa zona casi todas las mujeres se dedican a la crianza de especies menores en sus hogares y los hombres, a la siembra de cereales y papas.
Los integrantes de la Asociación San Joaquín se sumaron al proyecto del guarango hace seis meses.
Allí invitaron a las familias de Lavandero y Peñaherrera, dos comunidades vecinas, a participar en la recolección, pero hubo escepticismo.
«Nunca antes habíamos recogido el guarango. Para nosotros era un árbol que solo estaba ahí, que no daba ningún beneficio. La gente decía: ¿quién va a comprar esto?», recuerda Colimba.
A la primera compra convocada por la Asociación, en julio pasado, solo llegaron 21 familias de las tres comunidades.
Sin embargo, cuando los agricultores recibieron un pago justo (USD 0,60 por kg), la voz se corrió y casi todos los habitantes empezaron a recolectar las vainas secas del guarango.
Al igual que en esas tres comunidades, los poblados de Urcuquí, otro cantón de Imbabura, padecen por la falta de agua.
En esa zona, la agricultura es la principal actividad económica pese a la baja rentabilidad por la falta de regadío.
Allí se organizó la Asociación Proag Pigunchuela, integrada por 13 familias que buscan en la recolección del guarango una alternativa para mejorar sus ingresos económicos.
Ellos ya tenían experiencia en la venta de las vainas secas, pero eran explotados por intermediarios que pagaban hasta USD 0,20 por kg.
«El precio era sumamente bajo, pero en nuestra desesperación por alimentar a nuestras familias nos dedicábamos a recogerlo», cuenta Emérita Quinatoa, presidenta de la organización.
En la pandemia los intermediarios dejaron de llegar y el guarango empezó a acumularse en las bodegas de las casas.
Emérita Quinatoa decidió publicar en sus redes sociales que disponían de este producto y así fue como se vincularon al proyecto.
«Es una oportunidad enorme. Ahora sabemos cuánto vale el guarango y todo lo que se puede hacer con esta plantita», dice Emérita. «Ahora lo estamos exportando, pero nuestro sueño es procesarlo y venderlo directamente a las industrias que lo usan como materia prima».
Conservar y recuperar el bosque seco andino es una prioridad
El guarango crece junto a las vías públicas, en las quebradas y en los pocos remanentes del bosque seco andino que aún hay en el norte del país.
Este ecosistema es uno de los más intervenidos debido al desconocimiento de sus funciones ecológicas.
Ahora los comuneros tienen un plan para reforestar los remanentes del bosque seco andino que tienen en su comunidad. Además, hay interés por conservar los pocos árboles de guarango que quedan en sus terrenos y que antes se cortaban para tener más espacio para la siembra.
Emérita Quinatoa, por ejemplo, destinó cinco hectáreas de su propiedad para reforestar con guarango. «Tenemos expectativas muy altas con este proyecto. Nuestra meta es convertirnos en los principales productores del país», dice.
Seis provincias son parte de la red de recolectores
El proyecto fue financiado con fondos alemanes y de Heifer Internacional y se inició en octubre del 2021. Tiene una duración de 18 meses.
Mónica Reinoso, gerente del proyecto, explica que los objetivos son integrar una red nacional de recolectores, consolidar la cadena de producción del guarango y a gestión ambiental del bosque seco andino.
El proyecto se ejecuta simultáneamente en Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo, que son las provincias donde se encuentran remanentes de bosques secos y la presencia de los árboles de guarango. Una primera exportación se hizo el 27 de febrero de 2022 desde Chimborazo.
«Los envíos se harán cada 23 toneladas acopiadas. Esperamos hacer entre 6 y 8 procesos de exportación en lo que resta del año», dice Reinoso.